Adenoidectomía

Nariz , , ,

¿Qué es?
 Es la extirpación del tejido adenoideo.

¿ Por qué hay que quitarlas?
 El tejido adenoideo (adenoides o “vegetaciones”) se encuentra detrás de la nariz, por encima del paladar blando, en una zona que se llama cávum.

El tejido adenoideo es similar al de la amígdala y se infecta con frecuencia, lo cual, además de los síntomas propios de una infección de vías respiratorias altas, provoca un gran incremento en la producción de moco, una obstrucción nasal y una obstrucción de las trompas de Eustaquio, que son los “drenajes” naturales del oído, lo cual suele provocar retención de moco en los oídos o infecciones de repetición.


  

 

 

 

Cuando su tamaño es excesivo, obstaculizan la respiración, favoreciendo apneas del sueño, y dificultan la alimentación, provocando retraso en el crecimiento y bajo peso. También pueden alterar el crecimiento del paladar óseo, provocando deformidades en cara y boca (facies adenoidea).

¿ Qué técnicas hay?
 Hasta hace poco tiempo, la única opción disponible era la extirpación mediante el raspado del cávum. La operación se hace “por tacto” ya que están por encima y detrás de la campanilla, con lo que no se ven; al rasparse, siempre quedan restos de tejido y esto explica que, en ocasiones, estos restos vuelvan a crecer y deba operarse de nuevo con el paso del tiempo.
 Actualmente existen otras opciones como la reducción con laser (se vaporizan) o la reducción con radiofrecuencia.

¿ Cuando se hace?
 Infecciones de repetición.
 Infecciones que no responden a antibióticos
 Apnea obstructiva del sueño. 
 Hipertrofia severa simple (fotos hva, hva1).
 Infecciones óticas de repetición.
 Retención crónica de moco en los oídos (otitis serosas).
¿ Puede ser perjudicial quitarlas?
 El riesgo de quitar las vegetaciones está en la cirugía en sí (se hace una herida que puede sangrar o infectarse y se hace con anestesia general), no en las supuestas secuelas posteriores (disminución de defensas, faringitis crónica, etc), que son vox populi, pero no son reales.

¿Cirugía total o parcial?
Durante muchos años, la extirpación completa ha sido la única opción quirúrgica y sus mayores inconvenientes están en la propia cirugía (la herida puede sangrar o infectarse).
Adenoidectomía clásica. Requiere anestesia general e intubación; el postoperatorio es bastante indoloro y existe un riesgo bajo de hemorragia.
Adenoidectomía laser. Se vaporiza parte del tejido con laser. Requiere anestesia general e intubación; el postoperatorio es menos doloroso y el riesgo de hemorragia también es menor.
Tunelización adenoidea con radiofrecuencia. Se hacen unos túneles en el las vegetaciones que, al cicatrizar, disminuyen el volumen del tejido. Puede hacerse con sedación en niños (en quirófano) y anestesia local en adultos (en consulta). El dolor es mínimo y el riesgo de hemorragia es prácticamente nulo. Es útil en casos moderados.
En el caso de la tunelización, al ser una técnica mucho menos agresiva, podemos plantearnos hacerla en casos en los que no nos plantearíamos una cirugía clásica, como en pacientes con pocas infecciones, hipertrofias localizadas que obstruyen el rodete tubárico.