


La vía lagrimal es la encargada de recoger la lágrima generada en el ojo y de desaguarla en la nariz (por eso moqueamos al llorar). Se inicia en los puntos lagrimales (uno en cada párpado), que están situados en el canto interno del ojo (cerca de la nariz). Cada punto lagrimal (superior e inferior) tiene un conducto y ambos se juntan en el conducto lagrimal común que desemboca en el saco lagrimal y desde ahí continúa hasta la nariz.
La obstrucción o inflamación crónica de esta vía provoca la aparición de un lagrimeo constante (ya que la lágrima rebosa) conocido como epifora; además favorece la aparición de infecciones de repetición o dacriocistitis. Es una patología que puede presentarse a cualquier edad, pero que es más frecuente en mujeres a partir de los 60 años.
En algunos casos, esta obstrucción puede solucionarse haciendo lavados de la vía lagrimal o pasando una sonda que sobrepase la obstrucción, pero en otros casos esto no funciona y es necesaria una intervención para solucionar dicha obstrucción.
Esta cirugía se conoce como dacriocistorrinostomía (comunicación del saco lagrimal con la nariz) y puede realizarse de varias maneras.
DACRIOCISTORRINOSTOMÍA EXTERNA. Normalmente realizada por el oftalmólogo, se realiza haciendo una incisión externa, fresando el hueso que cubre el saco lagrimal para hacer una comunicación del mismo con la nariz. Es una técnica contrastada y de gran efectividad, pero deja una cicatriz en la cara y no se recomienda si hay una infección activa.
DACRIOCISTORRINOSTOMÍA ENDOSCÓPICA. Normalmente realizada por el otorrinolaringólogo. Se realiza desde dentro de la nariz, por lo que no deja cicatrices y se puede hacer si hay una infección activa, aunque en ocasiones la existencia de una patología nasal (desviación del tabique o poliposis nasales) puede requerir que, antes de realizar la dacriocistorrinostomía, se solucionen las otras patologías durante la misma intervención.
En ambas técnicas debe eliminarse parcialmente el hueso lagrimal y una pequeña porción de la mucosa nasal que lo cubre. Esto alarga la cirugía y puede ser la causa de hemorragias posteriores.
La aparición del LASER mediante fibra óptica permite introducir una fibra óptica y realizar la comunicación entre el saco y la nariz mediante vaporización, minimizando el tiempo quirúrgico y el riesgo de hemorragia de forma que, en casos seleccionados, puede hacerse con anestesia local y una sedación leve.
En todos los casos, tras la operación, se deja una sonda guía durante varios meses, que no produce ninguna molestia y sirve para evitar que el proceso de cicatrización cierre la comunicación creada.

Sondaje de los puntos lagrimales

Creación de la comunicación con laser de fibra óptica

Aspecto de las sondas. A la izquierda cirugía clásica, a la derecha con láser. Se aprecia claramente que la lesión es mucho más localizada con el uso del láser.