Otitis externa

Oído , , ,

Es una infección del conducto auditivo externo y es más frecuente durante el verano, afectando por igual a ambos sexos. Se suele ver más en niños, pero no se debe a la edad sino a que están más en remojo que los adultos.

Si bien se la conoce como la otitis del nadador u otitis de piscina, de hecho es una infección que se produce por el cambio de condiciones que se dan en el conducto auditivo externo. Durante el verano hay más humedad y más contacto con el agua (duchas, piscina, mar o simple sudoración). Eso provoca que el conducto auditivo externo se transforme en un entorno muy propicio para el crecimiento bacteriano o de hongos (está a 36 Cº, con restos de piel y cera y húmedo). Determinados factores contribuyen a esta infección como los tapones de cera, los problemas de piel (eccema, psoriasis) o la manipulación del conducto con objetos extraños.

La forma de presentación es con dolor, que puede variar de la simple molestia al dolor severo y, generalmente sin fiebre. Si la inflamación es lo suficientemente intensa, la movilización del pabellón auditivo es muy molesta y detrás de la oreja aparece una inflamación y enrojecimiento (no confundir con una mastoiditis).

En la mayoría de las veces su pronóstico es excelente y los síntomas desaparecen en varios días, pero en algunos casos su evolución puede ser más larga y prolongarse durante más de una semana. Sólo en casos de pacientes con graves inmunodeficiencias o diabetes mal controladas, la evolución puede ser muy agresiva y constituir una infección severa que requiere ingreso en clínica.

El diagnóstico es clínico y por otoscopia, en la que se aprecia una inflamación de la piel del conducto y la acumulación de cera y supuración.

Para el correcto tratamiento de esta infección es imprescindible la intervención de un especialista en otorrinolaringología, ya que la primera medida a tomar es una buena limpieza del conducto auditivo infectado (sin ella el tratamiento no es efectivo);posteriormente el tratamiento se basa en gotas óticas con antiinflamatorios y antibióticos y analgésicos para el dolor, así como la prevención de que entre más agua en el conducto.

Cuando el proceso está más evolucionado, puede ocurrir que el conducto auditivo esté colapsado por la inflamación, en cuyo caso las gotas son inútiles; en ese caso, el especialista coloca una gasa con una crema antibiótica y antiinflamatoria hasta que el conducto se desinflama y se pueden dar las gotas óticas.

Si los síntomas no desaparecen en pocos días puede deberse a una sobreinfección por hongos; en esos casos, además de dolor suele aparecer un picor intenso. En la otoscopia se identifican claramente los hongos por su aspecto de algodón. El tratamiento consiste en limpiar escrupulosamente el conducto y cambiar las gotas por otras que cubran hongos.

La prevención consiste en limpiarse los conductos de retos de cera antes del verano (en la consulta del ORL), no manipular el conducto con objetos extraños y, sólo en casos de pacientes con gran predisposición a padecer estas infecciones, medidas como nadar con tapones, gorros de baño o utilizar gotas astringentes tras el baño (alcohol boricado) para resecar el conducto y dificultar la infección.